Cuando salió a la luz lo de los “petroaudios”, con la difusión de comprometedores diálogos fruto de una ilegal interceptación de llamadas telefónicas, el Presidente de la República salió a los medios, mostrando una desbordante iracundia y reclamando todo el peso de la ley para quienes resultaran responsables, pero no contra los implicados en el tráfico de influencias, actos de corrupción y demás inmoralidades que los diálogos telefónicos hacían evidentes, sino contra los responsables de la interceptación de las llamadas telefónicas. Por eso es que hasta ahora mayor énfasis se ha puesto en las investigaciones a la empresa Business Track BTR que a los implicados en los delitos de corrupción en la aparentemente dolosa concesión de explotación de pozos petroleros que, entre otras perlas, se desprendían de los jugosos diálogos entre Alberto Químper y el ex ministro aprista del primer gobierno de García, Rómulo León Alegría.
Y ahora, a raíz del destape de la improcedencia del indulto que con sospechosa ligereza le concediera Alan García al corrupto empresario televisivo José Crousillat, que en su momento vendiera la línea editorial de su canal televisivo al gobierno Fuji-montesinista, el Primer Mandatario se presenta consternado en los medios para declarar que se siente burlado por quienes lo indujeron a concederle el indulto presidencial aduciendo que el veterano recluso presentaba un precario estado de salud a sus 77 años de edad, para ser posteriormente sorprendido, una vez libre, veraneando en la playa Asia y concurriendo a diversos establecimientos, haciendo gala de un aparente buen estado de salud.
Pero creemos que no basta este acto de contrición presidencial. No basta que aparezca ante los medios diciéndole al país que se siente burlado. ¿Por qué no reclamó con igual energía y virulencia que la mostrada contra los responsables de las interceptaciones de llamadas telefónicas, que se investigue y sancione ejemplarmente, con todo el peso de la ley, a quienes resulten responsables de haberlo inducido a cometer el error de conceder un indulto improcedente? ¿A quiénes protege con esta “omisión”?
Y ahora, a raíz del destape de la improcedencia del indulto que con sospechosa ligereza le concediera Alan García al corrupto empresario televisivo José Crousillat, que en su momento vendiera la línea editorial de su canal televisivo al gobierno Fuji-montesinista, el Primer Mandatario se presenta consternado en los medios para declarar que se siente burlado por quienes lo indujeron a concederle el indulto presidencial aduciendo que el veterano recluso presentaba un precario estado de salud a sus 77 años de edad, para ser posteriormente sorprendido, una vez libre, veraneando en la playa Asia y concurriendo a diversos establecimientos, haciendo gala de un aparente buen estado de salud.
Pero creemos que no basta este acto de contrición presidencial. No basta que aparezca ante los medios diciéndole al país que se siente burlado. ¿Por qué no reclamó con igual energía y virulencia que la mostrada contra los responsables de las interceptaciones de llamadas telefónicas, que se investigue y sancione ejemplarmente, con todo el peso de la ley, a quienes resulten responsables de haberlo inducido a cometer el error de conceder un indulto improcedente? ¿A quiénes protege con esta “omisión”?
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