viernes, 17 de junio de 2011

¿EL QUE NO ES HUMALISTA ES FUJIMORISTA?

Mientras prestaba declaraciones a los medios, días atrás, el congresista Javier Diez Canseco deslizó la especie que se había producido un cambio en el mapa político del Perú luego de las últimas elecciones presidenciales, y que más del 50% de la población le había dado su respaldo al nuevo presidente, Ollanta Humala, en tanto que algo menos del 50% eran partidarios de Fujimori.
Al escuchar semejante ligereza, lo primero que vino a mi mente fue el argumento que esgrimí, incansable aunque infructuosamente, luego de concluirse la primera vuelta y ponerse al electorado no Humalista ni Fujimorista, en la penosa situación de tener que escoger entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori: debíamos viciar el voto para restarle legitimidad a quien resultara finalmente elegido.
Ahora tenemos que lamentar exabruptos como el de Diez Canseco que, lo que es peor, puede llevarlos a emprender proyectos de carácter totalitario, disponer medidas atentatorias contra la libertad o de dudosa conveniencia macroeconómica, con el argumento de contar con el respaldo mayoritario de la población.
De acuerdo a las cifras oficiales divulgadas por la ONPE, Ollanta Humala obtuvo 7’937,704 votos (51,45% de los votos válidos) en tanto que Keiko Fujimori alcanzó 7’490,647 votos (48,55% de los votos válidos). Entre blancos y viciados se registró un total de 1’038,046 votos.
Nos parece importante resaltar que en la primera vuelta acudieron a las urnas 16’699,734 electores, registrándose un ausentismo de 3’250,181; lo que hace un universo de 19’949,915 votantes. De ahí que, Stricto sensu, los 7’937,704 de votos conseguidos por Ollanta Humala, representan tan solo el 39,8% del universo electoral del país. E incluye a ciudadanos que habiendo votado en la primera vuelta por otro candidato cedieron su voto a su candidatura como manifestación de su repudio a la posible reaparición de un régimen corrupto e inmoral. En esta misma línea de pensamiento, se puede afirmar que los 4’643,060 obtenidos por Humala en la primera vuelta, que sí constituyen las fuerzas duras claramente simpatizantes con su agrupación política, tienen una participación dentro del universo electoral de tan solo el 23,3%.
Es por eso que estimamos pertinente y conveniente solicitarles a los seguidores del nacionalismo mayor mesura y menos triunfalismo. Ellos no han ganado la representación ni la confianza de más del 50% del electorado del país. Representan solo a la cuarta parte de la población del país.
Al 75% restante de la población, en donde se aglutinan simpatizantes de Perú Posible, apristas, fujimoristas, pepecistas, acciopopulistas, etc. le cabe la histórica responsabilidad de mantenerse alerta para detectar cualquier intento totalitario o excesos populistas que desequilibren la caja fiscal y traigan nuevamente una inflación desbocada, pobreza y miseria para la nación.

viernes, 3 de junio de 2011

VICIAR EL VOTO ESTE DOMINGO ES TAMBIÉN UNA OPCIÓN

Y perfectamente democrática.
Si en la primera vuelta no votó usted ni por Keiko Fujimori ni por Ollanta Humala está en su perfecto derecho de viciar su voto en esta segunda vuelta al haberse quedado sin candidato y no encontrar la menor afinidad entre su pensamiento y las propuestas de estos dos candidatos a la presidencia.
No se deje ganar por aquellos que argumentan que viciar el voto es una maniobra antidemocrática, evasiva o cobarde. Debe usted hacer respetar su derecho, y el votar viciado constituye una posición valida.
Votar viciado significa expresar que no le cree usted ni a los juramentos, con biblia de por medio, de Ollanta, acerca de que no aplicará las radicales medidas recogidas en su plan de gobierno original, que nos harían retroceder a los momentos más aciagos de la dictadura velasquista, cargada de resentimiento y revanchismo contra los propietarios de los medios de producción, ni a los juramentos por Dios de la candidata Fujimori intentando hacernos creer que ha depuesto su manifiesta original intención de indultar a su padre apenas asuma el mando, en caso de resultar elegida. Y no tanto por lo que signifique como una manifestación de legítimo amor filial. Que vaya y pase. Sino porque a ese indulto le seguirá la asunción extraoficial del poder por parte del ex dictador para la prosecución de su corrupto e inmoral gobierno rodeado de los mismos indeseables que lo alentaban quince años atrás en sus mesiánicos sueños de perpetuarse en el poder.
Votar viciado le dará a usted la tranquilidad de conciencia de no haber contribuido con un voto “anti” o “en contra de” a legitimar un gobierno que usted no deseó ni por el cual usted apostó. Le dará la autoridad moral para enfrentarse al régimen que finalmente se instaure, sin tener que agachar la cabeza ni esconderse en su casa cuando el pueblo salga a las calles a protestar por las medidas que, cuando candidatos, recusaron y juraron que no llevarían a la práctica.
Vote viciado. Sin temor. Es una legítima opción.