martes, 26 de marzo de 2013
EL TRÁFICO VEHICULAR
Hace mucho tiempo que el tráfico vehicular en Lima colapsó. No se adoptaron en el justo momento el emprendimiento de las obras que, con visión de futuro, la ciudad reclamaba. Y ahora el tráfico vehicular es ciertamente un caos. Existe un parque automotor desproporcionado para la red vial. Y descartado el mecanismo que aplicara la dictadura militar en la década del 70, con otros fines es cierto, pero con idéntica expectativa: reducir a la mitad los vehículos en circulación, aplicada con buen éxito entonces para conseguir reducir el consumo de combustible frente a su escasez, e inaplicable ahora por la insostenible reducción de ingresos a la caja fiscal que acarrearía en razón que restringir la circulación de vehículos a la mitad conllevaría restringir el consumo de combustibles también a la mitad con funestas consecuencias para el recaudo de impuestos que el estado ha establecido a través de ese fácil expediente; solo queda guardar las calcomanías azules y rojas en el baúl de los recuerdos y pensar en otros paliativos.
Prohibido voltear a la izquierda
Para quienes hemos conducido vehículos motorizados alguna vez no debe parecer una insensatez plantear que se prohíba torcer a la izquierda en arterias de doble sentido. Una de las principales causas de congestionamiento vehicular la originan las colas de vehículos que se van agolpando uno tras otro al intentar doblar hacia la izquierda y quedarse esperando a que dejen de pasar vehículos que transitan en sentido contrario por la acera de sentido inverso. Y en horas punta, algunos autos, microbuses y ómnibus van colocándose en segunda, tercera y hasta en una cuarta columna terminando por bloquear el tránsito y armar en el cruce un pandemonio de aquellos.
Lo más sencillo, aconsejable y razonable es prohibir que se pueda doblar hacia la izquierda en arterias de doble sentido, obligando a quienes deseen hacerlo a llegar a la siguiente esquina y doblar a la derecha tres veces, dar la vuelta a la manzana, en otras palabras.
Bloqueo de cruces
En un absolutamente distorsionado concepto de sagacidad e intrepidez, choferes de ómnibus, micros, taxis y autos particulares, creen que impedir el paso a quienes desean cruzar con sus vehículos las vías por la que ellos se hallan transitando es una demostración de poder y valentía, sin entender que con su absurda actitud lo que están provocando es generar mayor congestión en el tránsito. A criterio de los policías de tránsito (hay oportunidades en las que quedarse bloqueando un cruce resulta totalmente casual e imprevisible) debería aplicarse implacablemente la más severa y onerosa multa al infractor, modificándose obviamente la respectiva escala por parte de las autoridades a las que corresponda hacerlo, llegándose al extremo, para los casos de reiteración sucesiva de este mismo tipo de infracción, de retirarle en forma definitiva la licencia de conducir al infractor reincidente a la tercera o cuarta reincidencia.
Inspectores incógnitos
Para quienes acostumbramos movilizarnos haciendo uso de vehículos de transporte de servicio público nos resulta familiar escuchar a cobradores y choferes argumentar que no se pueden detener en la esquina que les solicitamos que nos dejen, no porque no sea un paradero autorizado por el municipio, sino porque hay un inspector de la municipalidad. Y se han dejado sentir ya algunas objeciones acerca del gasto que le irroga al municipio tener tantos inspectores en la vía pública, especialmente en vías como la Av. Abancay y la Av. Javier Prado.
Hasta que se logre formar conciencia en los operadores de vehículos de transporte público sobre la responsabilidad que les cabe para conseguir un racional ordenamiento del tráfico, necesitarán, lamentablemente, de la vigilancia y supervisión de los inspectores y controladores que pone el municipio en las calles. Sin embargo, con la finalidad de ir creando esa conciencia –tal como sucedió, por ejemplo, con el uso de los cinturones de seguridad- y para rebajar el gasto de tener tantos inspectores en las calles, proponemos que se reduzca su número, pero se les mantenga en calidad de incógnitos, sin uniforme, silbatos ni cualquier aditamento que los haga identificables por los conductores y cobradores; de tal modo que al detectar una falta se acerquen al vehículo infractor y recién en ese momento se identifiquen y apliquen las sanciones correspondientes. Evidentemente, estos inspectores incógnitos tendrían que ser rotados permanentemente a fin de no ser fácilmente identificados y marcados.
Intersecciones de la Av. Javier Prado
A partir de la Av. Paseo de la República en dirección al Oeste los cruces de la Av. Javier Prado constituyen una verdadera tortura para peatones y conductores que tienen la intención de cruzar la Av. Javier Prado. Y es que, no he logrado averiguar a guisa de qué, los policías que dirigen el tránsito ubicados en estas intersecciones mantienen paralizados a los vehículos que desean cruzar la Javier Prado por lapsos que, con reloj en mano, he llegado personalmente a comprobar llegan a superar los 25 minutos. El argumento es que se persigue brindarle la máxima fluidez a los vehículos que transitan por la Av. Javier Prado, lo cual me parece que no se logra conseguir pues he quedado atascado en más de una ocasión sobre la misma Javier Prado por más de 25 minutos a la altura de los cruces con las avenidas Arenales, Arequipa y Petit Thouars.
Lo más grave es que, además de no conseguirse la agilidad pretendida en el tráfico de la Av. Javier Prado, con tan absurda mecánica lo que sí se logra es crear una mayor congestión vehicular en las zonas aledañas a la Av. Javier Prado, pues las larguísimas colas de vehículos que se van formando en las calles y avenidas que se interceptan con la Javier Prado originan un verdadero caos en amplias zonas de Lince y San Isidro.
Sería interesante que las autoridades municipales y policiales dispongan una observación aérea, desde un helicóptero, para que aprecien con la claridad necesaria la gravedad del fenómeno que viene propiciando que se mantenga esta absurda disposición que los policías se ven obligados a cumplir.
Pasos a desnivel
Las remodelaciones de importantes avenidas que se intenta convertir en “vías rápidas” a través de la excavación de su recorrido y edificación de enormes diques y mallas, desde la primera que hiciera el Alcalde Luis Bedoya Reyes en la Av. Paseo de la República, y los que posteriormente se concretaran en avenidas como Javier Prado, Grau y otras, aparte de onerosas –principalmente por el costo de remover y retirar toneladas de toneladas de desmonte- podrían reemplazarse, con un considerable ahorro de recursos y tiempo, a través de la colocación de una berma de metro y medio de altura a lo largo de la división de las vías de sentidos contrarios, y la construcción de los pasos a desnivel, tan simples como el existente desde hace muchos años en el cruce de las avenidas Javier Prado y Arequipa, en los cruces más importantes que se determinen a partir del estudio técnico que se lleve a cabo en forma previa.
lunes, 18 de marzo de 2013
TOLERANCIA, SÍ. COMPLICIDAD, NO.
¿Se han puesto a pensar cuánto de esnobismo e hipocresía hay en las posturas que públicamente asumen algunos personajes frente al tema de las uniones entre personas del mismo sexo?
Muchos coinciden, seguramente, en que tales uniones son realmente contraproducentes, improcedentes y antinaturales. Pero, por temor a ser calificados de retrógrados, anacrónicos, anticuados y refractarios a los aires de “progreso” y “modernismo”, prefieren asumir un papel cómplice y asentir tímidamente ante las corrientes apologistas del homosexualismo que avanzan por el mundo propagándose como un cáncer que amenaza destruir las células más íntimas y sensibles de la sociedad.
Opino que quienes seguimos creyendo que las uniones entre seres humanos del mismo sexo son sencillamente antinaturales e improcedentes deberíamos -al igual que quienes promueven estas uniones- unirnos y hacer sentir nuestra voz de protesta frente a una propuesta que, por antinatural, atenta incluso contra la conservación y preservación de la especie humana.
Pero que no se me tergiverse ni malinterprete. No estoy proponiendo un enfrentamiento contra los homosexuales. No. Lo que propongo es que quienes no compartimos la propuesta de otorgarles “derechos” como el matrimonio gay o su exhibicionismo en lugares públicos en los que pueden distorsionar la percepción de niños que se desorientarán o confundirán al suponer que relacionarse sexualmente con seres de su mismo sexo no es una deformación de la naturaleza sino una opción, estarán atentando contra nuestro derecho a evitar esas deformaciones en nuestro hijos y nietos.
Basta ya de hipocresías y de aguas tibias. Es hora de poner freno a tendencias que con el prurito de la “modernidad” y el “progreso” están resquebrajando los principios y valores de la sociedad.
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