Cuando intento atribuirle un mínimo de seriedad y probabilidad de certidumbre a la propuesta de Jaime Bayly respecto a su eventual candidatura a la presidencia de la república, no puedo imaginármelo investido con la banda presidencial dirigiendo su primer mensaje al país desde el local del Congreso. No me cabe en la cabeza. Solo diviso un tipo desgarbado, arreglándose constantemente el cerquillo que se le viene sobre los lentes, incapaz de extirparse esa sonrisa socarrona que le queda bien al conductor televisivo que hace burla y escarnio de las situaciones más dramáticas y enrevesadas, pero que no podrían condecirse con la investidura de un Estadista. Y me viene a la memoria igualmente la imagen del atrevido e insolente Alan García de su primer período exigiéndoles a los acreedores de la deuda externa peruana que no se esperen hasta octubre para declarar inelegible al Perú sino que lo hicieran de inmediato pues no estaba dispuesto a destinar más del 10% de sus exportaciones para el pago de la deuda ¡En el mismísimo Estados Unidos!
Confieso que cuando vi por la televisión a mi contemporáneo García en tal alarde de soberanía sentí un gran orgullo y satisfacción por estar representado por un líder de semejantes kilates, desafiante ante el poder, y esgrimiendo con valentía un argumento perfectamente lógico y válido. “Primero está la atención del hambre y la pobreza de mi pueblo. Luego la atención de la deuda externa. Que no desconocemos. Pero a la que no le vamos a dedicar más del 10% del valor de nuestras exportaciones” ¡Soberbio!
Claro que luego de eso, al no haber tenido la prudencia de concertar un bloque de apoyo a la ponencia con otros presidentes tercermundistas, lo que vino fue el aislamiento de la comunidad financiera internacional, y toda la crisis que concluyó en uno de los más estruendosos fracasos político económicos de la historia republicana. La vehemencia de la juventud que ostentaba por entonces el líder aprista le pasó la factura. Y la pagamos todos los peruanos.
Y me parece que Bayly va por allí. Su reacción frente al embrollo armado dentro del canal de televisión por el que se emite su programa dominical da pie para suponer que se deja ganar fácilmente por la pasión que nubla la sensatez y la cordura. Mientras sea en su papel de conductor de un programa televisivo, no hay mayor problema. Pero si similares reacciones se presentan ostentando la presidencia de la república, muy distintas serían las consecuencias que podrían acarrear para la estabilidad y seguridad del país.
Y que no nos venga con el manido discurso que su eventual candidatura responde a un intempestivo afán de servir a los más pobres y brindarles acceso a una buena educación a todos los niños del Perú, sea cual sea su condición socio económica, ni mucho menos aún por su interés en “adecentar” la política nacional. Con la procacidad y vulgaridad con la que “sazona” sus comentarios emitidos a través de su programa televisivo creo que basta y sobra para darse cuenta qué cabría esperar de él una vez apoltronado en el sillón presidencial.
Confieso que cuando vi por la televisión a mi contemporáneo García en tal alarde de soberanía sentí un gran orgullo y satisfacción por estar representado por un líder de semejantes kilates, desafiante ante el poder, y esgrimiendo con valentía un argumento perfectamente lógico y válido. “Primero está la atención del hambre y la pobreza de mi pueblo. Luego la atención de la deuda externa. Que no desconocemos. Pero a la que no le vamos a dedicar más del 10% del valor de nuestras exportaciones” ¡Soberbio!
Claro que luego de eso, al no haber tenido la prudencia de concertar un bloque de apoyo a la ponencia con otros presidentes tercermundistas, lo que vino fue el aislamiento de la comunidad financiera internacional, y toda la crisis que concluyó en uno de los más estruendosos fracasos político económicos de la historia republicana. La vehemencia de la juventud que ostentaba por entonces el líder aprista le pasó la factura. Y la pagamos todos los peruanos.
Y me parece que Bayly va por allí. Su reacción frente al embrollo armado dentro del canal de televisión por el que se emite su programa dominical da pie para suponer que se deja ganar fácilmente por la pasión que nubla la sensatez y la cordura. Mientras sea en su papel de conductor de un programa televisivo, no hay mayor problema. Pero si similares reacciones se presentan ostentando la presidencia de la república, muy distintas serían las consecuencias que podrían acarrear para la estabilidad y seguridad del país.
Y que no nos venga con el manido discurso que su eventual candidatura responde a un intempestivo afán de servir a los más pobres y brindarles acceso a una buena educación a todos los niños del Perú, sea cual sea su condición socio económica, ni mucho menos aún por su interés en “adecentar” la política nacional. Con la procacidad y vulgaridad con la que “sazona” sus comentarios emitidos a través de su programa televisivo creo que basta y sobra para darse cuenta qué cabría esperar de él una vez apoltronado en el sillón presidencial.
Y que podriamos esperar en un pais donde Susy Dias fue Congresista/.. tan lejanos aquellos dias en que para representarnos habia que tener por lo menos respeto a uno mismo... dignidad.. Bayly es un chiste... interesante donde esta.. es la cresta de SU OLA y que surfee y la disfrute por siempre y que sea feliz...
ResponderEliminarDonde estan los Luis Alberto Sanchez, el Tucan Bedoya (con respeto), Alberto Andrade, Socorro,, que alguien nos salve.. Antes qye Bayly.. TONGO Figurense... como me sentire de frustrado de que culquier mequetrefe me quiere representar.. por lo menos Tomgo tienes una Familia digna, está formando hijos exitosos, mientras Bayly muestra o habla de su Homosexualidad como algo normal... eso es una distoricion, eso es una enfermedad... eso es una Maldición... en fin.. cada quien derecho tiene de soniar..