El Estado tiene como una de sus primordiales responsabilidades el procurar la más equitativa distribución de la riqueza. Y la herramienta de la que por excelencia dispone para este cometido es la recaudación de tributos, recargados sobre quienes mayores ingresos perciben, para aplicarlos a obras con fines sociales orientados a los sectores de la población de menores ingresos, principalmente en las áreas de la educación, la salud y la vivienda.
Vista desde esta perspectiva la reciente condonación de las deudas a un grupo de prestatarios del Banco de Materiales dispuesta a través de una ley dada por nuestro Congreso de la República y aprovechada populosamente por el ejecutivo, con el señor Presidente de la República a la cabeza, no resultaría un acto descabellado, pues los beneficiarios de los préstamos del Banco de Materiales pertenecen a los estratos más pobres de la sociedad, con el agravante de haber sido víctimas de los fenómenos de la naturaleza como inundaciones y terremotos.
Sin embargo, que el señor Presidente de la República haya manifestado en su discurso “¿Qué quieres, que el pobre vote contra ti en las próximas elecciones?” como un elemento de justificación a la medida, no hace sino poner en evidencia que no es la justicia social lo que mueve al gobernante aprista a montar todo el tinglado para realzar y publicitar con tanta alharaca la dación del dispositivo, sino más bien cálculos electoreros.
Se pone en evidencia, asimismo, la absoluta carencia de un programa de gobierno que establezca objetivos claros y alcanzables. Con medidas como esta el Estado sigue fomentando y alentando las migraciones del campo a las ciudades y las invasiones de terrenos, pues no se desarrollan proyectos a favor del campesinado que de alguna manera alienten su permanencia en las zonas rurales sino que por el contrario se “premia” a los inmigrantes provincianos al dotar sus lotes con servicios públicos por los que no pagan absolutamente nada.
Vista desde esta perspectiva la reciente condonación de las deudas a un grupo de prestatarios del Banco de Materiales dispuesta a través de una ley dada por nuestro Congreso de la República y aprovechada populosamente por el ejecutivo, con el señor Presidente de la República a la cabeza, no resultaría un acto descabellado, pues los beneficiarios de los préstamos del Banco de Materiales pertenecen a los estratos más pobres de la sociedad, con el agravante de haber sido víctimas de los fenómenos de la naturaleza como inundaciones y terremotos.
Sin embargo, que el señor Presidente de la República haya manifestado en su discurso “¿Qué quieres, que el pobre vote contra ti en las próximas elecciones?” como un elemento de justificación a la medida, no hace sino poner en evidencia que no es la justicia social lo que mueve al gobernante aprista a montar todo el tinglado para realzar y publicitar con tanta alharaca la dación del dispositivo, sino más bien cálculos electoreros.
Se pone en evidencia, asimismo, la absoluta carencia de un programa de gobierno que establezca objetivos claros y alcanzables. Con medidas como esta el Estado sigue fomentando y alentando las migraciones del campo a las ciudades y las invasiones de terrenos, pues no se desarrollan proyectos a favor del campesinado que de alguna manera alienten su permanencia en las zonas rurales sino que por el contrario se “premia” a los inmigrantes provincianos al dotar sus lotes con servicios públicos por los que no pagan absolutamente nada.
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