viernes, 11 de febrero de 2011

RAZONES POR LAS QUE NO VOY A VOTAR POR KUCZYNSKI

En las Próximas elecciones no voy a votar tampoco por Pedro Pablo Kuczynski.
¿Las razones? Entre las más importantes puedo citar las siguientes:
a) Sus innumerables vínculos con grandes consorcios transnacionales, quiérase o no, han de terminar por definir su accionar al frente de un país en el que la mayoría de esas gigantescas empresas tienen o tendrán cuantiosas inversiones. Y no es solo un asiento en los Directorios de esos grandes conglomerados económicos. Es también participación en la propiedad, en el accionariado, por lo que una exoneración tributaria o alguna otra concesión similar, se reflejará de inmediato en su incremento patrimonial. Y ya sabemos que siempre hay argumentos para justificar beneficios desmedidos al capital extranjero “que trae progreso, nuevos puestos de trabajo, desarrollo, crecimiento, etc. etc. etc.” para el país, “y, especialmente, para los más pobres”.
b) Al igual que Alberto Kenya Fujimori Fujimori, no tiene la, en mi modesta opinión, indispensable ascendencia nacional que debe exigírsele a todo aspirante a ocupar la Primera Magistratura del país. Soy un convencido de que para poder tomar decisiones que tienen que ver con la soberanía nacional, la defensa del suelo que nos legaron nuestros antepasados, y el bienestar de todos nuestros “connacionales”, no basta que hayamos nacido en esta tierra, sino que también lo hayan hecho nuestros padres y los padres de nuestros padres. Kuczynski es hijo de un médico alemán de ascendencia polaca y de madre francesa. Creo que para tratar temas como, por ejemplo, los límites marítimos con Chile, hay que sentir en la sangre el heroísmo de Grau y Bolognesi y no basta con tratar de parecer muy criollo haciendo el ridículo de hablar jerga con dejo de extranjero, mismo gringo Karl.
c) Este gringo no me cae del todo antipático, a pesar de la huachafería comentada antes, que, en todo caso, la atribuyo a su urgencia de tratar de caer “gracioso”, “ocurrente”, “pícaro” y “criollo”; al extremo de tener que sumarse a las payasadas de los bailes con los que, dada su absoluta falta de flexibilidad y soltura, termina por hacer un ridículo aún mayor. Por eso es que, por su bien, me parece que flaco favor se le haría entregándosele la responsabilidad de dirigir los destinos de un país como el nuestro cuando esté próximo a cumplir los 73 años. Con lo que desgasta la presidencia, resultaría previsible que no llegue a concluir su mandato. O sea, en buen romance, está muy viejo para estas lides.
d) El variopinto conglomerado que lo respalda habrá de constituir, en el poco probable supuesto de que ganara las elecciones, el primer escollo al que tendrá que enfrentarse para poder gobernar. Lourdes Flores, mezclada con Acuña. El pastor Lay junto a Yehude Simon… ¡Es decir! Efectivamente un sustancioso sancochado.

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