martes, 27 de diciembre de 2011

NO AL INDULTO PARA FUJIMORI

Un ex dictador permanece encarcelado luego de haber sido condenado a veinticinco (25) años de prisión como resultado de un transparente e imparcial proceso judicial público y televisado que lo halló culpable de delitos de secuestro y de lesa humanidad.
No se le juzgó, sin embargo, por su pertinaz mitomanía que ha llevado a sembrar dudas hasta de su verdadera nacionalidad. Él se dice peruano de nacimiento, pero serias investigaciones realizadas por la periodista Cecilia Valenzuela cuestionaron algunas de sus pruebas, en vista de los borrones y aparentes adulteraciones en sus partidas. Hasta la jactanciosa fecha escogida como la de su nacimiento, con una sospechosa coincidencia con la fecha del aniversario patrio, permiten dudar de su legitimidad.
Cuando ganó su primera elección a la presidencia de la república, en 1990, lo hizo igualmente con el recurso de la mentira, pues satanizó la propuesta de su contendor, el laureado escritor Mario Vargas Llosa, que abiertamente manifestaba que el primer paso para recuperar al Perú de la desastrosa situación en que lo había dejado el primer gobierno de Alan García pasaba por un indispensable sinceramiento o “shock”, frente a lo cual el taimado y astuto Alberto Fujimori anunciaba con el más absoluto descaro que él jamás aplicaría el devastador “shock”. Ganada la elección por el temor infundido en gran parte del electorado, no tuvo el menor pudor y reparo para aplicar un dramático shock –indispensable, sin duda- que él se cuidó muy bien de no salir a anunciar, empleando para el efecto a su entonces ministro Juan Carlos Hurtado Miller. Pero no fue esta la primera evidencia de su mitomanía. Cuando se trató de presentar los Planes de Gobierno ante la opinión pública mandó esta vez a su esposa, la señora Susana Higuchi, quien excusó su inasistencia a tan trascendental evento, inventando una supuesta intoxicación por la ingestión de bacalao.
¿Cómo creerle ahora a quien se forjó la imagen de ser uno de los personajes más proclives a la mentira, cuando se pretende hacer creer a la ciudadanía que padece una enfermedad terminal como justificación para obtener un indulto que lo saque de la cárcel en que viene purgando su condena?
Durante el proceso que lo condenó hizo gala también de su mitomanía buscando exonerarse de sus responsabilidades. A despecho de la sonrisita cómplice –con guiño de ojo incluida- que intercambió durante el careo con el siniestro y nefasto Vladimiro Montesinos, manifestó que no era su asesor personal sino simplemente “uno más”. Como negó también su intervención en los asesinatos de Barrios Altos y La Cantuta, endosándoselos directamente al denominado Grupo Colina y al ejército. Su siempre recalcado ejercicio de Jefe Supremo de las FF.AA. sobre las que siempre mantuvo un absoluto control, lo convirtió en una débil jefatura de mando mas no de comando. Es decir, todo un maestro en la farsa, el engaño y la mentira.
¿Resulta válido poner en duda la veracidad de la supuesta caída de la cama, con corte en una de sus orejas incluido, propalada semanas atrás dentro de esta campaña montada con el fin de obtener el ansiado indulto presidencial?
En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso. Cría fama y échate a la cama. Se cosecha lo que se siembra.

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