lunes, 5 de enero de 2009

CANDIDATOS PRESIDENCIALES

El Estado tiene que preocuparse, primordialmente, por facilitar el acceso a la salud, a la educación, al trabajo y, en general, a las mejores condiciones de vida posibles, a la mayor parte de la población del país. Y para hacerlo, el transitorio Gobierno que tome la administración de ese Estado, tiene que dar a conocer los Programas y Planes con los que piensa alcanzar esos objetivos fundamentales. De cuán viables resulten y de cómo planteen conseguirlo debería constituir el eje fundamental que lleve al electorado a decidir por quién votar en las próximas elecciones presidenciales.
Lamentablemente, de un tiempo a esta parte las elecciones presidenciales se han convertido en pugnas de carismas y demagógicas propuestas sin sustento. Se han traído a la palestra problemas coyunturales para los que, cual improvisados bomberos, se han planteado recetas paliativas y cortoplacistas, como rebajar las tarifas telefónicas, o los precios de los productos farmacéuticos. Pero ninguna organización política ha sido capaz de plantear una propuesta ordenada, coherente, global y realista para comenzar a resolver los problemas del país.
Hasta el históricamente reconocido como organizado partido político, el APRA, cayó en esa danza de ofrecimientos inmediatistas adornados, por supuesto, con el florido verbo de su líder y actual Presidente de la República, Alan García Pérez.
Y es que el APRA de hace sesenta años sí podía enarbolar un programa de gobierno cuando quien pretendía llegar a la primera magistratura del país era Víctor Raúl Haya de la Torre. Lamentablemente, para los intereses de ese añejo partido y porqué no decirlo, también probablemente para el país, cuando pudieron finalmente acceder al gobierno con Alan García a la cabeza, en 1985 primero y en el 2006 después, gran parte de ese programa de gobierno había sido ya llevado a la práctica, seguramente no de la mejor manera ni como lo hubieran hecho los apristas de entonces, por el gobierno dictatorial que encabezara Juan Velasco Alvarado. Y el añejo partido no se había actualizado ni había creado otro programa de gobierno a partir de la situación alcanzada.
Pero esto no quita que entre las organizaciones políticas actuales que tienen previsto presentar candidaturas para las elecciones presidenciales del 2011, se preocupen desde ahora por preparar un plan de gobierno articulado, coherente, viable y realista, para someterlo a consideración del electorado.
No puede estar eligiéndose cada cinco años al caudillo que mejor embeleza a las masas en la plaza pública con discursos inflamados, cargados de demagogia y picardía, sin importar cuán viables y realistas puedan resultar las propuestas lanzadas alegremente al viento, con pasmosa irresponsabilidad.
Un programa de gobierno debe estar rigurosamente ordenado por sectores. Y para cada uno de ellos, debe consignarse un apretado diagnóstico, una propuesta de solución para los problemas confrontados y un sustentado planteamiento de cómo alcanzar los cambios que se proponga efectuar, señalando con claridad su financiamiento y sus alcances reales. Y tiene que estar recogido en un documento tangible. No quedar en palabras que se lleva el viento.
Y este ejercicio mental lo traigo a colación después de ver anoche por la televisión al señor Jaime Bayly, inusitado y muy anticipado candidato presidencial, entrevistando a otro igualmente muy anticipado candidato a la presidencia, Pedro Pablo Kuczynski.
Ambos sin soporte partidario ni organización que los respalde. Ambos lanzando descabelladas propuestas para “solucionar los problemas del país”. Enfrascados en bizantinas discusiones propuestas por el improvisado y ocurrente conductor televisivo, como la eventual desaparición de las fuerzas armadas, la cancelación del Congreso y la aprobación de las bodas entre homosexuales, temas ante los que se pronunció un desconcertado Kuczynski, en lugar de referirse a la inconveniencia de tratar temas como estos de manera aislada sin estar engarzados dentro de un articulado Programa de Gobierno, en el que él y su gente deberían estar trabajando.

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