En contraposición a los denodados esfuerzos del gobierno por evitar que el desaliento y el desconcierto se apoderen de la población como consecuencia de los efectos de la crisis financiera internacional que, inevitablemente, más de algún estrago han de causar en nuestra economía, está siendo el propio sector bancario nacional el que se ha constituido en el primer elemento desestabilizador y propiciador de un pánico financiero que amenaza con colapsar y hasta paralizar la economía del Perú.
Frente a los mensajes desbordantes de optimismo lanzados por el Presidente de la República, criticados por amplios sectores aduciendo que pecan en trasmitir un exceso de confianza a la población que puede así descuidar la adopción de precauciones y caer en el relajamiento, se han ubicado los bancos que, atacados por un intenso ataque de nervios, han comenzado a restringir drásticamente el acceso al crédito, reduciendo, cuando no cerrando, las líneas de financiamiento otorgadas a las empresas y poniendo mil y un reparos y exigencias para la aprobación de nuevos financiamientos puntuales.
En tal sentido, creemos que el gobierno haría bien en convocar al sector bancario a fin de persuadirlo a cambiar el tratamiento que actualmente le viene dando a sus clientes, si tan convencido está realmente respecto a que la fortaleza y solidez que actualmente puede lucir la economía peruana constituye suficiente protección para hacer frente a los embates de esta crisis internacional, pues de otro modo esta dureza que actualmente muestra la banca, especialmente para con las pequeñas empresas, se irá expandiendo espiralmente hacia las medianas y grandes por su imprescindible interdependencia con las empresas más pequeñas.El pánico financiero desatado por los bancos terminará por paralizar la economía del país. En manos del gobierno está, todavía, evitar que ello ocurra.
Frente a los mensajes desbordantes de optimismo lanzados por el Presidente de la República, criticados por amplios sectores aduciendo que pecan en trasmitir un exceso de confianza a la población que puede así descuidar la adopción de precauciones y caer en el relajamiento, se han ubicado los bancos que, atacados por un intenso ataque de nervios, han comenzado a restringir drásticamente el acceso al crédito, reduciendo, cuando no cerrando, las líneas de financiamiento otorgadas a las empresas y poniendo mil y un reparos y exigencias para la aprobación de nuevos financiamientos puntuales.
En tal sentido, creemos que el gobierno haría bien en convocar al sector bancario a fin de persuadirlo a cambiar el tratamiento que actualmente le viene dando a sus clientes, si tan convencido está realmente respecto a que la fortaleza y solidez que actualmente puede lucir la economía peruana constituye suficiente protección para hacer frente a los embates de esta crisis internacional, pues de otro modo esta dureza que actualmente muestra la banca, especialmente para con las pequeñas empresas, se irá expandiendo espiralmente hacia las medianas y grandes por su imprescindible interdependencia con las empresas más pequeñas.El pánico financiero desatado por los bancos terminará por paralizar la economía del país. En manos del gobierno está, todavía, evitar que ello ocurra.
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