No obstante el inusitado y prolijo despliegue desatado en contra de quienes han estado detrás de las interceptaciones de mensajes electrónicos y llamadas telefónicas, nos ha llegado la que tal vez sea la última grabación de una conversación telefónica obtenida por una interceptación de la que se pueda tener conocimiento en mucho tiempo, habida cuenta que, según hemos podido tomar conocimiento esta mañana a través de los diarios, ya habría sido intervenida por las autoridades la central desde la cual se realizaban este tipo de actividades.
Sin más, entonces, les facilito la transcripción:
- ¿Si? ¿Aló?
- ¿Jorge?
- Sí. El mismo ¿Quién habla?
- ¡Quién va a ser pues Jorge! ¡¿No me reconoces la voz?!
- ¡Ah! ¡Claro! Disculpa. Lo que pasa es que el volumen del televisor está muy alto. Dime.
- Oye Jorge, quiero que te metas más en este tema que tantos dolores de cabeza nos viene causando…
- Sabes que soy el principal interesado en que todo se resuelva cuanto antes. No olvides que yo he salido bastante magullado con todo el escandalete.
- Lo sé. Lo sé. Por eso es que quería convocar tu participación de un modo más activo. Más decisivo.
- Yo he cumplido con hacer mis manifestaciones de descargo a la comisión que viene investigando el tema en el Congreso.
- ¡Esa comisión de mierda! Ya olvídate de eso, pues con las declaraciones de Raffo ya se ha logrado su práctica desactivación.
- Pero mi nombre va a quedar en entredicho si esa comisión no evacúa un informe en el que se me desvincule por completo y se restituya mi honorabilidad y buen nombre
- ¡Qué buen nombre ni honorabilidad! ¡Jorge, por favor! Hay asuntos de Estado que tú mejor que nadie sabes que están por encima de las personas. Lo de tu buen nombre y tu honra se restituirán solitos, con el paso del tiempo. Ya me ves a mí. ¡¿Qué mejor ejemplo quieres?!
- Tienes razón. Perdona. ¿Pero entonces en qué quieres que me involucre más?
- ¡Pero Jorge! ¡Por favor! ¡En encontrar y sancionar ejemplarmente a esos malditos que han estado detrás de las interceptaciones pues!
- ¡Ah! ¿Eso?
- Claro pues Jorge. Hay que crear conciencia en la opinión pública en contra de estos mal nacidos. Hacerlos sentir un profundo odio y desprecio hacia estos miserables que sin el menor escrúpulo invaden la intimidad de las personas y, lo que es peor, descubren las maniobras más impensadas que se manejan balo las más estrictas medidas de secreto y seguridad, como bien sabes
- ¡Hay que acabar con estos malditos que no dejan gobernar con tranquilidad!
- ¡Exacto Jorge! Veo que ahora ya estás sintonizando la onda
- A la gente no le gusta que nadie se meta en sus cosas íntimas y privadas
- ¡Eso Jorge! ¡Eso es justamente lo que hay que aprovechar! De modo que una vez que los ubiquemos nadie se escandalice si se les aplica con el mayor rigor todo el peso de la Ley
- ¡Claro! ¡Y así nos vengamos de estos hijos de puta por todo el mal que nos han causado!
- ¡Jorge! ¡Por favor! No pierdas la compostura. Hay que ser mesurados. Pero sí, en parte tienes razón. No tenemos por qué disfrazar nuestros sentimientos.
- Al menos a mí, como bien sabes, me han hecho perder mucho dinero
- Ehhhhh… Jorge, por favor… no te vayas por las ramas. Todos, absolutamente todos, nos hemos visto perjudicados por estos malditos. Por eso es que hay que imponerles un castigo ejemplar. Para que disuada a cualquier otro aventurero que pretenda después hacer lo mismo.
- Correcto. No te preocupes. Pero sería importantísimo que desde las más altas esferas del gobierno, las autoridades vigentes, todos se pronuncien condenando a estos bastardos para que se cree una verdadera conciencia nacional
- Ya lo están haciendo, mi querido Jorgito… ¿No lees los diarios? ¿No ves la televisión?
- Los diarios sí. La televisión, muy poco. No me queda mucho tiempo para dedicarme a ver los noticieros
- Bien Jorge. Pero ten confianza en que se están haciendo las cosas como se debe. Los ministros se han pronunciado y la opinión pública no se llamará a escándalo ni tampoco le parecerán excesivas las sanciones que se les aplique a estos mercenarios de la información que han traficado con las honras de tanta gente.
- ¡Qué bonito hablas! ¡Guárdate para el discurso que pronuncies cuando anuncies al país que se ha desmantelado a esta partida de indeseables!
- Gracias. ¡Listo! Nos vemos
Sin más, entonces, les facilito la transcripción:
- ¿Si? ¿Aló?
- ¿Jorge?
- Sí. El mismo ¿Quién habla?
- ¡Quién va a ser pues Jorge! ¡¿No me reconoces la voz?!
- ¡Ah! ¡Claro! Disculpa. Lo que pasa es que el volumen del televisor está muy alto. Dime.
- Oye Jorge, quiero que te metas más en este tema que tantos dolores de cabeza nos viene causando…
- Sabes que soy el principal interesado en que todo se resuelva cuanto antes. No olvides que yo he salido bastante magullado con todo el escandalete.
- Lo sé. Lo sé. Por eso es que quería convocar tu participación de un modo más activo. Más decisivo.
- Yo he cumplido con hacer mis manifestaciones de descargo a la comisión que viene investigando el tema en el Congreso.
- ¡Esa comisión de mierda! Ya olvídate de eso, pues con las declaraciones de Raffo ya se ha logrado su práctica desactivación.
- Pero mi nombre va a quedar en entredicho si esa comisión no evacúa un informe en el que se me desvincule por completo y se restituya mi honorabilidad y buen nombre
- ¡Qué buen nombre ni honorabilidad! ¡Jorge, por favor! Hay asuntos de Estado que tú mejor que nadie sabes que están por encima de las personas. Lo de tu buen nombre y tu honra se restituirán solitos, con el paso del tiempo. Ya me ves a mí. ¡¿Qué mejor ejemplo quieres?!
- Tienes razón. Perdona. ¿Pero entonces en qué quieres que me involucre más?
- ¡Pero Jorge! ¡Por favor! ¡En encontrar y sancionar ejemplarmente a esos malditos que han estado detrás de las interceptaciones pues!
- ¡Ah! ¿Eso?
- Claro pues Jorge. Hay que crear conciencia en la opinión pública en contra de estos mal nacidos. Hacerlos sentir un profundo odio y desprecio hacia estos miserables que sin el menor escrúpulo invaden la intimidad de las personas y, lo que es peor, descubren las maniobras más impensadas que se manejan balo las más estrictas medidas de secreto y seguridad, como bien sabes
- ¡Hay que acabar con estos malditos que no dejan gobernar con tranquilidad!
- ¡Exacto Jorge! Veo que ahora ya estás sintonizando la onda
- A la gente no le gusta que nadie se meta en sus cosas íntimas y privadas
- ¡Eso Jorge! ¡Eso es justamente lo que hay que aprovechar! De modo que una vez que los ubiquemos nadie se escandalice si se les aplica con el mayor rigor todo el peso de la Ley
- ¡Claro! ¡Y así nos vengamos de estos hijos de puta por todo el mal que nos han causado!
- ¡Jorge! ¡Por favor! No pierdas la compostura. Hay que ser mesurados. Pero sí, en parte tienes razón. No tenemos por qué disfrazar nuestros sentimientos.
- Al menos a mí, como bien sabes, me han hecho perder mucho dinero
- Ehhhhh… Jorge, por favor… no te vayas por las ramas. Todos, absolutamente todos, nos hemos visto perjudicados por estos malditos. Por eso es que hay que imponerles un castigo ejemplar. Para que disuada a cualquier otro aventurero que pretenda después hacer lo mismo.
- Correcto. No te preocupes. Pero sería importantísimo que desde las más altas esferas del gobierno, las autoridades vigentes, todos se pronuncien condenando a estos bastardos para que se cree una verdadera conciencia nacional
- Ya lo están haciendo, mi querido Jorgito… ¿No lees los diarios? ¿No ves la televisión?
- Los diarios sí. La televisión, muy poco. No me queda mucho tiempo para dedicarme a ver los noticieros
- Bien Jorge. Pero ten confianza en que se están haciendo las cosas como se debe. Los ministros se han pronunciado y la opinión pública no se llamará a escándalo ni tampoco le parecerán excesivas las sanciones que se les aplique a estos mercenarios de la información que han traficado con las honras de tanta gente.
- ¡Qué bonito hablas! ¡Guárdate para el discurso que pronuncies cuando anuncies al país que se ha desmantelado a esta partida de indeseables!
- Gracias. ¡Listo! Nos vemos
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