martes, 19 de abril de 2011

POR QUÉ DEBE EL ELECTORADO DEMOCRÁTICO VICIAR SU VOTO PARA LA SEGUNDA VUELTA

Tal como señala el editorial de “El Comercio” en su edición de hoy, por lo menos el 55% de los peruanos nos hemos quedado sin candidato para acudir sin incertidumbre a la segunda vuelta electoral del 5 de junio, es decir, sin dudas respecto de las propuestas ofrecidas por los candidatos Keiko Fujimori y Ollanta Humala.
En medio de retorcidos y forzados afanes por parte de ambos candidatos con el fin de llevar a sus predios el voto de ese electorado, se presenta el severo riesgo de que alguno podría salir elegido en base a lecturas inexactas o por imágenes prefabricadas que pueden ocasionar respuestas igualmente equivocadas que no aportan a la gobernabilidad, tal como ha manifestado el secretario técnico del Acuerdo Nacional, Max Hernández.
En el caso de Humala la mayor interrogante radica en la incoherencia del plan de gobierno que Gana Perú presentó al JNE con respecto al compromiso público que el candidato expuso antes de la primera vuelta, en donde, a diferencia del primero, reconoce explícitamente que respetará la libertad de opinión y prensa, la independencia del BCR en el manejo de la política monetaria, la economía de mercado y los acuerdos internacionales, así como la no reelección. Otro punto no aclarado corresponde al cambio de la Constitución de 1993 que, si bien Humala ha descartado, algunos de sus colaboradores aún defienden. Finalmente, no ha deslindado de manera tajante con modelos autoritarios, como el de Hugo Chávez. Esta pendular exposición de ideas y planteamientos da pie a suponer que una vez conseguido el objetivo de alcanzar la presidencia de la república pateará el tablero y no honrará los compromisos asumidos sobre el final solo como un mecanismo para capturar votación adicional sobre su 31% de la primera vuelta.
En cuanto a Keiko Fujimori, la indefinición proviene de su compromiso no explícito con la lucha contra la corrupción, por la defensa de los derechos humanos - que no aparece en su plan de gobierno - que el país libró durante el gobierno de su padre. Ese cambio de libreto de última hora manifestando que no indultará al reo en cárcel Alberto Fujimori, en contraposición a lo expresado en campaña para la primera vuelta, muestra las mismas incoherencias señaladas para el otro candidato en carrera e idénticas estrategias en este desesperado reparto de concesiones con tal de asegurarse su llegada a palacio de gobierno. Al proclamar los aciertos del gobierno dictatorial de su padre como propios, no se le ha escuchado un auténtico y creíble mea culpa por los excesos perpetrados por el fujimorismo - si usufructúa los activos debe cargar también con los pasivos - en los años 90. Al igual que lo apuntado para Humala el electorado democrático se encuentra en todo su derecho de dudar respecto a la veracidad de las nuevas propuestas frente a esta pendular exposición de ideas y planteamientos, que, como en el caso del otro candidato, da pie a suponer que una vez conseguido el objetivo de alcanzar la presidencia de la república pateará el tablero y no honrará los compromisos asumidos sobre el final solo como un mecanismo para capturar votación adicional sobre su 23% de la primera vuelta.
Endosarle votación adicional a uno o a otro no hará otra cosa que darle legitimidad y fuerza al ganador de la elección, que de esta manera se sentirá respaldado para hacer lo que le venga en gana. Muy distinto será el panorama si quienes votamos por opciones democráticas en la primera vuelta viciamos nuestro voto para la segunda vuelta, pues quien resulte ganador deberá interpretar que ha llegado al poder con el respaldo de solo un tercio del electorado. De allí que cobre estratégica validez la convocatoria a viciar el voto por parte de quienes tenemos serias dudas respecto a los nuevos ofrecimientos de los candidatos que han llegado a la disputa de la segunda vuelta electoral.

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